La llegada de la Cuaresma quizá me recate aún más de lo que lo hace el dejar pasar un poco el tema para que se enfríe como adelanté al principio. Y ha pasado algo de tiempo desde la aparición de una columna en el diario ABC de Sevilla, publicada el día 10 de Febrero bajo la autoría del idolatrado Antonio Burgos.

Fuera de comentar el pase de modas (que ese sí es un mal de la globalización comunicativa y tecnológica que vivimos en la que todo el mundo se entera, escribe y juzga de todo), el señor Burgos encauza el discurso a lo de siempre y que sí es una verdadera moda: atacar al colectivo de costaleros.
Tópicos hasta el hastío. Los costaleros de ayer, profesionales, capataces protagonistas, que los importantes son los de arriba, que se pasean por toda Sevilla con los gorros puestos, y que los costaleros son un grupo de presión en la Hermandad. Todos los que ya sabemos.
Los Sevillanos son zurdos; Los zurdos han sido históricamente declarados diabólicos por nuestra iglesia durante siglos, así que repudiad a los siniestros sevillanos. Si no te has creído eso (aunque deberíamos haberlo probado por boca del escritor y comprobar el impacto en sus legiones de adeptos), ¿Por qué dar crédito a otras sartas de sandeces escritas por ahí? La trayectoria del señor Burgos es amplia y normalmente bastante buena. Pero como en todo en la vida no se puede generalizar...
La sentencia anterior podría ser tan válida como cualquier otra. Sin embargo desglosando, podríamos partir de la base de que sólo 1/9 de la población sevillana es zurda, proporción que podríamos extrapolar a los figuritas. El tiempo pasado es sólo eso, pasado. Y únicamente se puede comprender atendiendo al resto de parámetros que formaban la sociedad de cada tiempo. Ha habido, hay, y habrá buenas personas así como fantoches en todas partes, y en todas las épocas, igual que hay, hubo y habrá miles de costaleros anónimos y trabajadores para la Hermandad.
Que el costalero sea un grupo de presión es evidente. Son 100 o 200 personas dentro de la hermandad, con la misma voz y el mismo voto que los demás, pero con más contacto con mandos de la Hermandad, más compenetración entre ellos y más asistencia a la casa de Hermandad que el resto de hermanos. Puede, y sólo puede, que el tirón de orejas deba darse al resto de ellos para que participen un poco más y se conozcan todos.
En algunas Hermandades, los costaleros son usados como mano de obra per sé. Y se te escribe para que montes los cultos, hagas de servidor en los besamanos, vayas a los triduos, vendas papeletas, vendas lotería, compres lotería, y si hace falta montes la barra de un bar. Cosas que podrían ser normales si se hicieran a todos los hermanos y no sólo al costalero y bajo la amenaza de "que no se diga que sólo estáis para el día de la salida".
Al costalero se le da toda la leña del mundo, pero se le llama para todo. Se le quita la opinión, pero tiramos de fuerza motriz. Y si algo sale mal, ya sabemos a quien culpar. Ojo que no estoy hablando de pedir privilegios, sino de simplemente igualarlo a cualquier persona del cortejo o de la corporación.
Por último me gustaría recomendaros un libro de Antonio Burgos: Folklore de las Cofradías de Sevilla publicado en 1972 como recopilatorio de vocablos y tradiciones de las cofradías. Ya se sabe que el folklore lo pone el pueblo y marca su propia idiosincrasia... Yo, para ensayar, recorto una bata de cola y me hago un costal con ella si hace falta, que para la salida ya tengo uno blanco. Que suenen las bandas que la Semana Santa es la religiosidad popular forjada por la única liturgia del amor de nuestros pueblos a sus titulares con las virtudes y los defectos que podamos atesorar.
Sigo diciendo que si se ve el lado positivo de las cosas, y si nos centramos en disfrutar de lo bueno en lugar de emperrarnos en criticarlo todo, nos irá mucho mejor.
Jose Ruiz para Arte Costalero