Spoiler: Tocho gordo y emocional.
A toro pasado, la calificación de esta semana santa ha sido de Notable. Si bien ha tenido momentos de auge, emocionalmente ha sido una montaña rusa.
Este que les escribe tuvo que enterrar a un amigo el Domingo de Ramos, a la mismita hora en la que tendría que estar disfrutando de mi Misa de Palmas, que abre mi ritual del Domingo de Ramos.
No era un amigo más. Era una amistad de más de veinte años, madura y sincera. Tuve que decirle adiós a mi primer capataz, y quien iba a ser mi futuro vocal de archivo en la nueva aventura que se viene.
Una vez capoteadas las emociones, toca ponerse traje, ver a los niños de pañoleta y disfrutar de la Entrada en Jerusalén, que abre el cancel de la semana. Cambio de traje al terno negro, almuerzo con la familia y a la batalla. Mano a mano con mi Manué que salió a hombros de la monumental de la tarde en Ronda; orejas y rabo del paseazo que se le dio al Señor.
La semana ya está vista para sentencia.
El ojo puesto en el atardecer del Viernes Santo. Todo el trabajo está hecho y sólo queda poner la guindaa a tan esperado momento. Dicen que con amigos cualquier trago es más fácil, y pese a algún traspiés que se presentó, todo solventado gracias a que mi compañero de tablas volvió a darme un sí sin condiciones y de ultima hora. La Niña de las Monjas salió enlutada, mostró poderío por derecho y se alzó señorial enseñando al mundo que pese a estar sola, la muerte no es el final. Ella se erguía frente a su recuperada cruz arbórea con remates dorados.
Y tanto que la muerte no es el final... Esperaba la puntilla de la semana en San Francisco. La Resurrección nos dice a todos los cofrades que la esperanza en la vida eterna debe ser fundamental. El propio Cristo venció a la muerte para darnos cobijo en la casa del Padre. Lástima que la lluvia tuviera sus propios planes, aunque los titulares estuvieran divinos como siempre.
Díganme ustedes mismos si todo esto no es para abrirse ya el pecho.
Sin embargo, la faena no acaba aquí. Como un viento del amanecer en una primavera fresca, este año nos regala un bonus, un extra. Tres extraordinarias Tres, en el ruedo de esta bendita ciudad.
Que baje Dios y vea, si esto no es una auténtica maravilla.